Ritual de los Voladores Regeneración Cultural

* La Ceremonia Ritual de los Voladores, muestra de la regeneración cultural en Cumbre Tajín 2015
voladores

Papantla, Ver., a 24 de Marzo de 2015.- “A los siete años agarré la flauta y a los 10 empecé a treparme”, dice don Esteban González Suárez, y con esa frase resume una vida como practicante de la Ceremonia Ritual de los Voladores.

Esta expresión cultural fue reconocida en 2009 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El hombre de 64 años, habitante de la comunidad Zapotal Santa Cruz, es uno de los 150 voladores totonacas que emocionaron a miles de personas en el Parque Temático Takilhsukut durante el Festival Cumbre Tajín 2015. Su historia es un ejemplo de la revitalización del ritual aéreo.

Dado que la cultura totonaca es la anfitriona y protagonista, la Ceremonia Ritual de los Voladores se llevó a cabo cuatro veces al día en el Palo del Volador, ubicado en el corazón del Parque, a un costado del Kantiyán, la Casa de los Abuelos, de la que emanan rezos, humo y enseñanzas.

Cada noche, los voladores de Zapotal Santa Cruz subían al Palo del Volador y, al ritmo de la flauta y el tambor, descendían con su traje de aves, vestidos completamente de plumas, con botas café que llevan garras en el talón y en la punta, con su pico y su casco de pájaro.

Debajo de ellos, cientos de personas observan, admiradas, y aplauden cuando el descenso termina.

Don Esteban explicó el motivo de su vestimenta, que parece más cercana a los voladores tenek de San Luis Potosí, conocidos en su región como hombres gavilán:

“Los primeros voladores existían en el monte, mucho antes de que llegaran los españoles, en los tiempos en los que esos danzantes invocadores eran como los sacerdotes. Primero usaban taparrabo, después utilizaron las plumas de ave silvestre. Eso es lo que nosotros mostramos con nuestra vestimenta”.

Este Volador refrendó la creencia totonaca de que cada persona nace con un talento especial, un don que debe cultivar para servir a la humanidad:

Además de los vuelos de adultos, el Festival Cumbre Tajín incluyó la participación de 120 alumnos de las Escuelas de Voladores que son apoyadas por el Centro de las Artes Indígenas (CAI), institución en la que todo el año los maestros totonacas enseñan las técnicas, los procesos y los simbolismo de las artes de la tradición: alfarería, idioma, teatro, algodón, música, carpintería y sanación, y mucho más.

Como maestro de la Escuela de Niños Voladores de Zapotal Santa Cruz, don Esteban habló de este proceso de regeneración cultural:

En el rubro espiritual, ser Volador es ser un elegido:

“Los ancestros y el Dios del Monte nos dan el don para ser Volador. Después nos guían mentalmente para identificar a los niños que serán Voladores. Si aprende fácil, es un elegido para esta Ceremonia, este pedimento que se hace al subir a las alturas para solicitarle que nos cuide y apoye.

“También deben aprender que cuando estás arriba todo el público te ve, pero tú estás enfocado en otro punto, si le ves los ojos o la cara, te domina, debes estar concentrado para poder hacer lo que tienes que hacer. Lo mismo pasa al tocar la flauta, debes estar atento por completo, porque es lo que quieren los dioses.”
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