Veracruz, Ver., 18 de Junio de 2014.-El marco era inmejorable. La arena Castelao lucía un lleno total en las gradas para uno de los partidos más esperados de la primera ronda. Sin duda el de mayor expectativa para verdes y cariocas.
En la mente de los aficionados brasileños aún se encuentra fresco en la memoria el triunfo amazónico por dos goles a cero en la Copa Confederaciones del 2013 en ese mismo escenario, recuerdo que aprovechaban para pensar positivamente en que se podría repetir la victoria y así lo demostraban los miles de aficionados de la verdeamarelha que fueron mayoría.
Pero si de recuerdos se trata, los aficionados aztecas tienen sin duda los mejores ante el anfitrión; los mayores triunfos en la historia futbolística de México han sido enfrentando a Brasil.
De inmediato venía a la mente de los aficionados Tricolores aquella noche del dos de octubre del 2005 cuando la Selección Nacional Sub-17 superaba por tres goles a cero a la escuadra Brasileña y conseguía su primera Copa del Mundo de la categoría de su historia.
De la misma manera recordaban aquella histórica medalla de oro olímpica del 2012, de nueva cuenta ganada ante los cariocas. En la cancha se encontraban jugadores de aquellos dos partidos históricos para México, y eso hacía crecer la ilusión en conseguir un buen resultado.
En cantidad, los brasileños ganaban en la tribuna, sin embargo en el corazón no podían decir lo mismo. Aún no arrancaba el partido y en el Castelao ya se escuchaba por primera vez en el día el ya conocido Cielito Lindo.
Con ese gran ambiente llegó la ceremonia protocolaria, uno de los momentos más esperados en todo partido es cuando se entonan los Himnos Nacionales. Primero fue el turno para México, y ante la sorpresa de los presentes, la cancha del Castelao era una sucursal del Coloso de Santa Úrsula, gracias a los miles de mexicanos que lo cantaron a todo pulmón, y sobretodo, con todo el corazón.
Tocó el turno para Brasil. De inmediato se hicieron notar los miles de brasileños en las gradas, el himno de los locales se escuchó de manera monumental, ante el respeto de los aficionados visitantes. No solo sería un gran enfrentamiento en la cancha, también en la tribuna.
Puntual como debe ser toda gran cita, dio inicio el encuentro. Canticos brasileños y mexicanos de apoyo se manifestaron desde el silbatazo inicial, aunque también se respiraba un ambiente lleno de tensión por lo que se esperaba fuera uno de los encuentros más disputados del Mundial.
La intensidad se mostró desde los primeros instantes, nuestros once guerreros dentro de la cancha dejaban el alma y la piel en cada jugada, en cada balón disputado. Ese esfuerzo se veía reflejado en la cancha, con la posesión del balón para los Aztecas, aunque no lograban inquietar la valla defendida por Julio César.
Conforme fueron transcurriendo los minutos la escuadra brasileña fue haciéndose de la posesión del balón, el partido no se veía claro para ninguna de las dos escuadras y eso se reflejaba en la tribuna, que se percibía ya para ese momento llena de tensión e incertidumbre, por lo que se estaban jugando.
La primera jugada de peligro llegó al minuto 23 y fue para los visitantes, Héctor Herrera tomó el balón afuera del área brasileña y sacó un potente disparo, que apenas alcanzó a desviar el cancerbero brasileño. Se ahogaba el grito de gol los aficionados mexicanos, mientras los brasileños lucían cada vez mayor tensión en sus rostros.
El partido se tornaba con mayor dinamismo y así se presentó la jugada más espectacular del día. En un centro proveniente de la banda derecha, Neymar le ganó en el salto al capitán Rafael Márquez y remató un potente cabezazo que iba directo al ángulo inferior derecho de la portería mexicana, sin embargo, aparecería la gran figura de la noche, Guillermo Ochoa, quien con espectacular atajada a una mano, evitó el tanto carioca. Así comenzaba la que sería su tarde.
La tribuna también jugaba su partido, y tras la impresionante atajada de Guillermo Ochoa, la afición mexicana recuperaba el aliento y comenzaba a corear al portero mexicano, mientras los locales no daban crédito a lo que sucedía en la cancha y tardaron en reaccionar para seguir alentando a su equipo.
Así continuaron las acciones en los siguientes minutos, con un partido lleno de intensidad en la cancha y de incertidumbre en las gradas. Guillermo Ochoa ya era factor para que continuara empatado el partido y aunque ya se mostraba superioridad en la cancha a favor de los brasileños, los aficionados mexicanos no cesaban en su apoyo al equipo de todos. De esta manera concluyó la primera mitad.
Dio inicio la parte complementaria y con ello el ánimo revitalizado en la tribuna, que vivió de manera vibrante el primer tiempo. El duelo en la grada del Castelao continuaba de manera intensa.
Los primeros minutos del complemento, fueron sin duda los mejores de la escuadra azteca del partido. México le robó el balón de manera clara a los brasileños y los mantuvo a raya ante la incredulidad de los aficionados cariocas.
El dominio de los mexicanos se prolongó hasta los 20 minutos y ya para ese momento también se estaba siendo superior en la tribuna.
El cielito lindo retumbaba en la arena Castelao y el ya tradicional ¡México, México! también aparecía de manera clara, viendo como en la cancha el árbitro perdonaba la expulsión en un par de ocasiones al capitán brasileño Thiago Sliva.
Sin embargo, la escuadra brasileña no se dejaría vencer tan fácilmente y con base en los cambios mandados por el estratega Scolari, logró emparejar el partido en cuanto a posesión de balón y oportunidades de gol.
Un cabezazo de Thiago Silva y sendos disparos de Neymar hacían crecer la enorme figura de Guillermo Ochoa, quien le dejaba claro a los brasileños que esta noche no entraría el balón en su portería.
Así continuaron las acciones finales del partido, con Guillermo Ochoa consagrándose como el jugador del partido por sus espectaculares atajadas y con una última jugada a favor de los mexicanos por conducto de Raúl Jiménez, quien sacó un potente disparo que Julio César demostró que también vive un gran momento.
Con este resultado México dejaba de ser esa piedra en el zapato de los brasileños que reza su estratega Luis Felipe Scolari, para convertirse en esa gran roca que ha dictado Miguel Herrera con anterioridad, logrando un histórico empate ante Brasil.
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